domingo, 10 de enero de 2016

NOVECENTISMO

general
Cuando se habla de Novecentismo nos referimos a la obra de un grupo de autores que alcanza su momento de máximo esplendor a partir del año 1914, de ahí el término Generación del 14 que también se les aplica.
Pueden sernos de utilidad las definiciones que de este movimiento nos dan Azorín y Guillermo Díaz Plaja. Para el primero, es evidente que en torno al año 1914 ha llegado a la cultura española una nueva generación diferente de la modernista. Según él, estos nuevos escritores pueden definirse por dos rasgos en oposición a la literatura anterior:
·      -Son más metódicos y racionalesSon, sobre todo, intelectuales, más que artistas.
Por otro lado, el crítico catalán Guillermo Díaz Plaja define el nuevo movimiento como lo que ya no es modernismo ni noventayochismo, y lo que todavía no es vanguardismo. Fue este autor quien introdujo el término novecentismo en la periodización de la literatura española, tomándolo del noucentisme catalán, término que Eugenio d’Ors había adoptado antes del italiano para referirse al movimiento político catalanista que tuvo lugar entre los años 1906 y 1915. 
Tanto la Generación del 98 como la del 14 comparten preocupaciones y convicciones frente al ochocientos y, más concretamente, frente a la Restauración. Pero a finales de la primera década del presente siglo las pequeñas disensiones entre ambos grupos comienzan a convertirse en grandes diferencias. Ortega declara superada la época del nietzscheanismopuro y combate a Maeztu y a Unamuno. Se declara abiertamente en contra de la insociabilidad en la lectura moral de Baroja. La nueva actitud novecentista se observa claramente en Pérez de Ayala, que deja a un lado la denuncia y el lamento y se propone actuar de una manera práctica. Los componentes de esta generación son conscientes del papel político que debe desempeñar la intelectualidad, tanto en la investigación de la realidad del país como en la defensa del avance liberal. 
Resulta muy significativo el discurso de Ortega en el Teatro de la Comedia, en marzo de 1914, a modo de presentación de la nueva generación, que se define sin ambiciones personales, austera, privada de maestros hispánicos, nacida de la reflexión de 1898 pero sin concesiones a los tópicos del patriotismo. Una generación, en suma, que no gritará y que piensa en primer lugar en las minorías. Tendencias similares se dan en Francia, Inglaterra, Alemania e Italia: se trata de la ascensión de las élites intelectuales juveniles al poder y la denuncia de la "literatura caduca" y de la "política de los viejos". El postulado vital de esta generación, enunciado por Ortega, sostiene que hay que emprender una cultura biológica, con sentido deportivo y festivo de la vida. Este vitalismo se ve presente en los miembros de esta generación: Miró, d'Ors, Pérez de Ayala y, muy especialmente, Gómez de la Serna. El vitalismo es proyectado sobre el tema que más preocupa a los novecentistas: el tema de España: "Hay que rehacer la Historia de españa hasta en sus últimos postulados". En esta línea trabajan Américo Castro, Madariaga, Sánchez Albornoz, Marañón, etc.
Los novecentistas, por otra parte, no sólo tienen como meta la transformación política del país sino también la mutación del individuo, siendo imprescindible para ello una amplia formación estética; de ahí la preocupación de esta generación por los temas literarios, sus disquisiciones sobre los géneros y sobre el arte en general, sus intentos de encontrar nuevas formas de novela y poesía y la búsqueda incesante de nuevos lenguajes.
También buscan estos autores, de una forma decidida, la solución en el acercamiento a Europa, acercamiento que sirve tanto para formar a los escritores (los del 98 eran autodidactas) como para influir en sus obras, entre las que destacarán los ensayos rigurosos que, impulsados por la modernización de la Universidad y el asentamiento de la industria editorial, se convertirán en el mejor vehículo para sus ideas. Según explica José-Carlos Mainer, se puede hablar también de “una creación de un público a través de la divulgación de ideas y de la voluntad pedagógica de la literatura”, que tendrá en la prensa diaria y las revistas su lugar propicio.
Por otro lado, la influencia de las corrientes vanguardistas es definitiva en la novela o la poesía de los escritores del 14. La deshumanización del arte que propugna Ortega pretende acabar con la reproducción de la realidad para conseguir un arte puro, pulcro y sin sentimentalismos, en el que el hombre y el papel de su inteligencia sean seriamente revisados. La creación artística deberá procurar desdramatizar su reflexión, y esto lo consigue mediante una elegante prosa contenida y el recurso del humor, que logra revertir el pesimismo noventayochista. El autor paradigmático en este último aspecto será Ramón Gómez de la Serna con sus greguerías.